lunes, 31 de enero de 2011

Eduardo Lara seguirá sacando pecho, le resulta inevitable .

Es difícil pensar en una clasificación con una dosis mayor de dramatismo a la vivida el viernes en el estadio Modelo de Tacna, en especial si reconocemos que clasificar no es una de nuestras sanas costumbres. Las epopeyas heroicas dentro de un campo de fútbol son parte esencial de este juego, aunque claro, la lograda por los pupilos de Eduardo Lara respondió mayormente a las complicaciones propias de la mediocridad de nuestro juego y no al despliegue mostrado por el cuadro Guaraní.

Pero pitado el final del partido, olvidado el susto y el asunto, o ¿A quien le importa que el tercer gol paraguayo haya surgido de un error vulgar en la salida?, me atrevería a responder que a nadie, o al menos no a ese monumento a la pasividad que tenemos como adiestrador nacional. Respetados lectores, este señor de cabello cenizo, tabique imperfecto y mirada dispersa, es un pobre hombre enfermo que debe afrontar su día a día con la carga de padecer una embarazosa afección llamada ginecomastia, la cual al no estar incluida en el plan de salud de la federación, lo obliga a vivir ‘sacando pecho’, incluso en las derrotas; Este personaje autóctono con características de animal mitológico, este prócer del conformismo que siempre le ha puesto el pecho a las balas merece nuestra gratitud y compasión, es por esto que quiero invitar a todos los fieles seguidores del combinado patrio a unirse a la campaña “Un sostén para Eduardo Lara”.

Tengo total certeza del impacto positivo que esta cruzada por la dignidad de los pectorales del hijo de Pradera tendrá sobre el desempeño de nuestro seleccionado. Primeramente, al ser un plantel juvenil no sería extraño que algunos de sus miembros tiendan a confundirlo con una figura materna, la cual perdona todo, incluso el sobrepeso y la individualidad enfermiza de nuestro gran goleador Edwin Andrés Cardona. Segundo, al ser este un grupo tan unido, el cual ha trabajado durante mas de un año en micro-ciclos, alejado de las distracciones normales a las cuales se encuentran diariamente expuestos nuestros jugadores, no es descabellado pensar en que uno u otro haya desarrollado, llevado por supuesto por el caos hormonal de la adolescencia, cierto tipo de atracción edípica hacia ‘Eddie’, la cual puede ser una de las causas del pobre orden táctico con la que se afrontan los duelos.

Se que este es un llamado ambicioso, que los doctores  Luis Bedoya, Ramón Jesurún y Álvaro González  secretamente gozan al ver los pezones erectos de ‘Eddie’ durante sus fiestas clandestinas de camisetas mojadas; que ‘Luchito’ mira con lascivia el torso del profesor Lara a través del retrovisor mientras conduce el bus del combinado patrio, ejecutando paralelamente la labor de DJ, creando ambiente en el vehiculo con grandes clásicos como: ‘Talento en televisión’ de Willie Colón y ‘Cachete, pechito y ombligo’ de Los Tupamaros, apenas convenientes para la ocasión.

Queridos lectores, no permitamos que este lujurioso atropello continúe, manifestémonos, unámonos, aboguemos para que Leonisa sea patrocinador oficial de la indumentaria de Eduardo Lara durante el Mundial; restituyamos la dignidad de este tipejo, no es justo que él saque pecho mientras sigamos jugando tan mal.



lunes, 24 de enero de 2011

Ay que orgulloso me siento de ser Colombiano, ¿O no?


Primero debo dejar muy en claro que no me avergüenzo de haber nacido en la patria de la aguapanela, el chicharrón, las chivas y el sancocho. Me siento orgulloso de haber desayunado calentao, de tomar guaro y tener amigos con problemas para pronunciar la “X”.
Despejado el interrogante, puedo entrar en materia. Ser Colombiano es difícil, muy difícil, mas aun si te gusta el fútbol y quieres a tu país; ¿Por qué? Porque no hay amor menos correspondido que el profesado por sus hinchas a la Selección Colombia; queridos lectores,  estoy totalmente seguro que habría una cifra menor de patologías cardiacas en este país si esos héroes mazamorreros sudaran la camiseta.
Es triste mirar por el retrovisor las gestas de verdaderos patriotas como el hijo de Buenaventura, Freddy Eusebio Rincón, el orgullo de Remedios, Leonel de Jesús Álvarez y el inolvidable capitán samario Carlos Alberto Valderrama. Aquel gol de Rincón a Illgner después de una jugada extraordinariamente orquestada por el magnifico Pibe Valderrama, que nos trae a la memoria la narración de nuestro folclórico periodista y ex-aspirante a la alcaldía de Bogotá, William Vinasco “Ch”, luce como un recuerdo cada vez mas lejano, borroso e intrascendente; al parecer la única forma de ver a la Selección haciendo goles y en mundiales es buscando en youtube.
Pero basta de recordar y volvamos a la triste realidad, llevamos ausentes tres mundiales y sin embargo el puesto, ya vitalicio, del señor Luis Bedoya al frente de la Federación nunca ha sido tema de discusión. ¿Se merece realmente este señor con pinta de conductor de bus intermunicipal un nueva oportunidad? La verdad no lo creo y si estuviera en mis manos ya no estaría al volante, perdón, a la cabeza. Pero seria fácil usar al señor Bedoya como chivo expiatorio, culparlo por todos nuestros males, arrancarle brutalmente su camisa de manga corta, quitarle las llaves del bus de la Selección, afeitarle el mostacho y darle un cargo político; de hecho eso seria tan colombiano como el Show de las Estrellas, pero aun así no sería mas que una modesta cuota inicial. El problema del fútbol colombiano no es competencia exclusiva de este personaje y sus secuaces, es mucho mas complejo, en alguna forma similar a un cáncer que ha hecho metástasis y se ha esparcido a través de los órganos vitales. Queridos lectores, no es suficiente extirpar el tumor.
Si alguien me pregunta: Diego, ¿Cuál es el origen de este mal que azota nuestra querida Selección Colombia? Respondería que el génesis de este mal, es fruto de la misma idiosincrasia de nuestro fútbol; una amalgama de mediocridad, malicia indígena, arrogancia, triunfalismo e ignorancia que alimenta un circulo vicioso en el cual se encuentran directivos, técnicos, representantes, periodistas deportivos, jugadores y nosotros, los hinchas.
De que otra forma se puede explicar que un jugador como Radamel Falcao García, con un promedio de 0.55 goles por encuentro durante toda su trayectoria en clubes haya marcado un solo gol en las eliminatorias pasadas, que Eduardo Lara sea el encargado de liderar la Selección Colombia Sub-20 después de fracasar con el equipo de mayores en la eliminatoria pasada, que los directivos no sean capaces de gestionar la llegada de James David Rodríguez y Luis Fernando Muriel para el preolímpico de Perú, donde por cierto estamos haciendo un papelón, que Hernán Darío Gómez sea técnico de la Selección de Mayores aunque no realice viajes periódicos para observar jugadores y entender los roles que estos desempeñan en sus respectivos clubes, que hayan personas que aun piden a Giovanni Hernández a pesar de tener 34 años y haber fracasado en repetidas ocasiones y que hayan periodistas deportivos que siguen viendo a Giovanni Andrés Moreno como un volante de armado o 10 cuando en reiteradas ocasiones ha fallado cumpliendo esa función. En fin, que hasta el día de hoy no tengamos la infraestructura necesaria para ir a por un técnico competente y volver a un Mundial sea extremadamente complicado a pesar de que Brasil no juegue eliminatorias, solo por nuestra propia incapacidad.
Mis estimados lectores, de la misma forma que un médico es consiente de los riesgos del tabaco y continua fumando, el 9 de febrero estaré puntual frente al televisor esperando un milagro que no llegará, ambientando mi desgracia con La Pollera Colorá, Toto la Momposina y Lucho Bermudez, cantando Colombia Tierra Querida mientras me tomo unos cuantos aguardientes, que me llevan a pensar que John Javier ‘Choronta’ Restrepo y Jhon Eduis Viafara están a la altura de Xavi Hernández y Xavi Alonso, que Falcao y Gio van a vulnerar el arco de Iker Casillas, que Pablito Armero va a bailar con Cristian Zapata en un banderín alguna danza autóctona del pacífico Colombiano y que en el Bernabeu, como no puede ser de otra forma, vamos a ganar hijuepu**!, porque ser Colombiano es un orgullo, aunque no siempre sea fácil.